Todos esos recuerdos rondaban en la mente de Bárbara. Pensaba que como era posible que la engañara durante todo ese tiempo, no entendía porque no encontraba a un hombre de verdad, que la amara y la hiciera feliz.

Pensando todo eso, las lágrimas caían por su cara, sintió como la tristeza se apoderaba de ella y todo eso le producía mucha impotencia.

Ya eran unos cuantos hombres los que se habían aprovechado de ella, los que la usaron como un juguete, para luego tirarla y dejarla hundida.

Encima se sentía sola, muy sola. Alberto era el único en el bufete al que podía contarle como se sentía, pero se desmoronaba al llegar a su ático y reencontrarse de nuevo con la soledad.

Estuvo llorando durante un rato, se levantó del sofá, se maquilló de nuevo y sin más dilación, se puso a trabajar.

Era lo único que podía mantenerla ocupada en aquella aburrida oficina, donde sentía que sus penas, eran menos penas.

En ese mismo momento, su iphone sonó de nuevo.

_ Nick, ¡te he dicho que no me llames más!

_ ¡Hey Barbie! ¡Soy yo! ¿sucede algo?

_ Hola Sergio, ¿qué tal?

_ Yo bien, pero me parece que tú no puedes decir lo mismo.  Anda, cuéntale a tu mejor amigo lo que te pasa.

_ Nick me ha llamado de nuevo. He tenido que amenazarle con denunciarle si no deja de molestarme.

_Maldito bastardo, mira que lo sabía. Como lo encuentre, le voy a dejar claro un par de cosas.

_ No Sergio, no vale la pena meterse en líos por su culpa.

_ Bueno mira, a la salida te espero y te vienes a mi casa a cenar. Tengo muchas ganas de verte y buenas noticias que darte.

_ ¿En serio? ¿de qué se trata?

_ De momento te diré que he conocido a alguien, luego sabrás el resto jajaja

_ ¡Wow! ¡Estoy deseando que me lo cuentes!

_ Yo también. Bueno, te tengo que dejar, he quedado dentro de media hora y llegaré tarde. Cuando salgas te espero, chao.

Sergio era el mejor amigo de Bárbara desde que ella se mudó a Valencia. Cuando llegó, apenas conocía gente allí, hasta que coincidieron en una fiesta con más gente.

Se presentaron, empezaron a hablar y resultó que tenían muchas cosas en común, pero no las suficientes como para ser novios, así que se convirtieron en mejores amigos uno del otro.

Él le contaba sus problemas a la hora de relacionarse con el género femenino, ella le hablaba de lo mucho que los hombres le hacían sufrir y se consolaban mutuamente.

Sergio odiaba a Nick. Desde el primer día que le vio, sabía que ocultaba algo y que no era el chico ideal para Bárbara pero aún así, la vio tan ilusionada, que prefirió callarse y consolarla cuando lo pasaba mal por su culpa y cuando definitivamente lo dejaron.

Le odiaba con todas sus fuerzas por haberle hecho daño a su mejor amiga, la que nunca le había fallado y que nunca le había dejado solo.

Le creaba mucha impotencia el hecho de que Bárbara siguiera sufriendo por su culpa, pero a pesar de eso, prefirió mantenerse al margen, al menos de momento.

Ese día Bárbara estuvo muy ocupada, coincidió varias veces con Alberto en los pasillos y Bárbara evitaba mirarle a los ojos. Le daba miedo que su atracción fuera en aumento.

Sabía perfectamente que Alberto era esa clase de hombre del que se podría enamorar fácilmente, pero intentaba evitarlo, ya que se dio cuenta de que prefería tenerle como compañero de trabajo y no como nada más.

Alberto no soportaba más la situación, le desesperaba que Bárbala le evitara durante todo el día y más después de todas las cosas que se habían confesado, de los ratos que pasaban juntos y de todas las veces que la había escuchado.

Por la tarde, coincidieron en el ascensor que les llevaba hacia la salida del edificio y Alberto, en medio de toda la confusión que le causaba el comportamiento de Bárbara, decidió hacer algo demasiado arriesgado.

_ Bárbara, ¿te sucede algo conmigo hoy?

_ No, ¿porqué?

_ No te creo. Me has estado evitando durante todo el día.

_ No he tenido un buen día, eso es todo.

_ ¿Sabes? He aprendido a conocerte fijándome en tus gestos, en tu forma de hablar, tu forma de mirarme y quiero que sepas que yo también siento lo mismo.

_ Alberto, no te entiendo.

_ Si me entiendes. Los 2 sabemos perfectamente lo que está sucediendo.

Sin pensárselo 2 veces, se acercó a ella despacio, le acarició el pelo, deslizando sus dedos por su sedoso pelo castaño, sintiendo como la deseaba, como le gustaba su olor, sus ojos verdes, sus labios y su voz cuando pronunciaba su nombre.

Los 2 se fundieron en un apasionado beso, el cual no dejó indiferente a Bárbara.

_ Alberto, me gustas mucho pero…..

_ Por favor, no digas nada. Sé que esto no te resulta fácil, pero quiero protegerte y hacerte feliz. Dame la oportunidad de hacerlo Bárbara, solo te pido eso.

_ Lo siento, pero tengo que irme.

Le dio un beso en la mejilla y cuando el ascensor se detuvo, se bajó y se fue. Alberto por el contrario, salió del ascensor sintiendo que la posibilidad de estar con Bárbara, estaba demasiado lejos.

Aun así, no perdió la esperanza. Se había propuesto conquistarla como fuera, le costara lo que le costara, por muy difícil que fuera.

No era del tipo de hombre que se rendía fácilmente. Cuando se marcaba un objetivo, no paraba hasta conseguirlo.