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24 mayo 2012 4 24 /05 /mayo /2012 19:46

corazon-divididoA Bárbara le incomodaba mucho que todo el mundo supiera, que entre Alberto y ella se había creado una relación especial, no una simple relación de compañeros de trabajo, sino una relación que escondía algo más.

Alberto la deseaba, era el tipo de mujer con la que siempre había soñado. Pelo castaño, ojos verdes y buen cuerpo.

Se ponía nervioso simplemente cuando pasaba por su lado y podía percibir su perfume de vainilla, mezclado con el olor de su piel.

Bárbara era una mujer muy femenina, que despertaba el deseo de Alberto cada vez que se cruzaban en los pasillos del bufete y aunque tenían que guardar las apariencias, seguían manteniendo una buena relación a pesar de que trabajaran juntos.

 

Hubo un día, en el que Bárbara llegó a la entrada del edificio donde trabajaba y Alberto no estaba esperándola como todas las mañanas.

Se sorprendió mucho, ya que él solía ser puntual, más puntual que ella incluso, pero pensó que a lo mejor estaría buscando aparcamiento y decidió no alarmarse.

De repente, notó el móvil vibrando en su bolso, ni siquiera miró que número era el que la estaba llamando, simplemente sacó su iphone del bolso y contestó.

 

_ ¿Sí?

_ ¿Qué hay pequeña, te acuerdas de mí?

_ ¿Quién eres?

_ Vaya, que pena. Estuvimos juntos medio año y ya no me recuerdas.

_ Nick, te dije que no me llamaras más, ¿qué quieres?

_ Quiero que volvamos, siento mucho todo lo que hice. Venga, paso a buscarte luego y te invito a cenar donde tu digas.

_ No Nick, no. Tus trucos ya no van a funcionar esta vez. Te dije que me olvidaras, no pienso volver contigo.

_ Vamos, estás tan sola como yo, no tienes a nadie, de no ser por esa bola de pelo que tienes como mascota, no tendrías absolutamente a nadie.

_ Prefiero vivir con esa bola de pelo como tú dices, antes que vivir con un mal nacido como tú. Me engañaste con aquella zorra que conociste en el gimnasio, ¿acaso ya no lo recuerdas? Y no solo eso, sino que me tratabas como una mierda y eso no te lo perdonare nunca.

_ Vaya, la gatita ha sacado las garras, que valiente eres ahora, ¿eh?

 

En medio de toda la conversación, Bárbara vio el coche de Alberto acercándose a lo lejos. Un Audi  A6 plateado, que encajaba perfectamente con un chico como él.

Lo vio aparcando en el parking de enfrente y bajarse del coche tan guapo y elegante como siempre.

 

_ La próxima vez que me vuelvas a molestar, te denunciaré por acoso. Y te lo estoy diciendo muy en serio.

_ No lo vas a hacer. A ti lo que te pasa es que aun me quieres pero eres tan orgullosa, que no lo quieres reconocer.

_ No pienso seguir perdiendo el tiempo hablando contigo, adiós.

 

Cuando Alberto se acercó donde estaba Bárbara, la vio algo alterada, le preguntó porque, pero no quiso decírselo. No quería hablar de su ex estando con él.

Alberto decidió no insistir y cuando se fumaron un cigarrillo como ya era costumbre por las mañanas, entraron al edificio y subieron juntos a la oficina.

Cuando Bárbara entró en su oficina, se sentó en el sofá de cuero negro que había justo al lado de la ventana y se echó a llorar.

Desde que era adolescente, nunca tuvo suerte con ningún chico. Nunca conoció a ninguno que la tratara como realmente ella deseaba ser tratada, como cualquier mujer quería ser tratada por un hombre de verdad.

 

Todos querían lo mismo, sexo, dinero, pasar el rato, reírse de ella. No amarla, ni casarse con ella, ni tener hijos, ni vivir una existencia feliz a su lado. Todo eso le producía tanta tristeza, que no entendía porque tenía que tener tanta mala suerte en el amor.

Cuando conoció a Nick, sintió aquello a lo que le llaman flechazo. Nick es un chico muy atractivo, el típico chico guapete, inteligente, con conversaciones interesantes, un chico con el que cualquier mujer querría estar, a pesar de que en su interior, se albergaba un hombre egoísta, que solo quería a las mujeres por interés y no por otra cosa.

Se conocieron en un pub, bastante frecuentado por todo tipo de gente los fines de semana.

Chicos solos buscando a su próxima presa, parejas riéndose y besándose en torno a una mesa, un grupo de amigos bromeando mientras juegan al billar y entonces, le vio.

 

Estaba apoyado en la barra, mirando con lujuria el escote de la camarera que le estaba sirviendo el gin tonic que acababa de pedir.

Ella esa noche estaba triste, necesitaba hablar con alguien, se acercó a la barra a pedirse un bitter kas, ya que odiaba el alcohol y apenas bebía cuando salía. Se sentó a su lado y sin más, empezaron a hablar.

Nick era rubio, tenía los ojos azules y físicamente no estaba nada mal. Mientras dialogaban de todo un poco, le dijo que él no era de España, sino que nació en Escocia y se instaló en España, huyendo de su pasado y de las pesadillas que lo acechaban día y noche.

Después de aquella noche, coincidieron una vez más en el mismo pub, una vez tras otra y empezaron a salir.

Estuvieron saliendo como amigos durante unos pocos meses, en los que Nick se comportaba como el chico más encantador del mundo. La llevaba a conciertos, le regalaba bombones, le compraba rosas, todo era perfecto.

 

Pero fue empezar a salir en serio y todo ese encanto se esfumó, dejando al descubierto al hombre egoísta, que solo se preocupa por el mismo, que solo quiere estar al lado de una mujer por puro interés sexual y nada más.

Bárbara le perdonaba una y otra vez sus desprecios, su orgullo, su egoísmo, su falta de cariño pero pensaba que cambiaría y en lugar de eso, le fue infiel con una chica que conoció en el gimnasio.

Después de estar juntos durante 6 meses, la relación se rompió.

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